sábado, 8 de diciembre de 2012

Recortes sociales

La historia que estamos viviendo se construye a partir de sórdidos hechos que nos suenan bastante remotos, a otra época, pero que por desgracia, son el día a día.

En los centros de mayores no pueden cambiar los pañales a los ancianos porque no les llega dinero para material. Asociaciones que ayudan a personas con enfermedades mentales y a sus familiares tienen que cerrar por falta de ayudas públicas. Los comedores sociales cada vez están más llenos y se ven obligados a cerrar sus puertas, la escasez de material posoperatorio en los  hospitales públicos obligan a pacientes a comprarse ellos mismos algo tan básico como gasas para las heridas. Muchos buenos estudiantes tienen que abandonar sus carreras por cancelación de becas… Son duros ejemplos que podrían llenar muchas páginas, la suma de todos ellos  repercute de forma cruel en el presente y futuro de nuestra sociedad.
Aquí es cuando uno se plantea si hemos tocado fondo, pero siempre sigue habiendo otro precipicio por el que seguir despeñándose.

En el último rincón dónde se debería hurgar para intentar salir de una crisis es en el pequeño y olvidado cajón de las ayudas sociales.

Por muchos cuentos que se empeñen en contarnos y mucho maquillaje que apliquen a su forma de gobernar los partidos que han dirigido España, nunca han sido capaces de basar su política en la sociedad, dejándola normalmente de lado, si algo no reporta beneficios a la nación es baladí, y de hecho, cuando de recortar se trata, donde primero meten mano es en los presupuestos sociales. Me parece un grave error, considero estos gastos los más importantes e intocables junto a la sanidad pública, incluso por delante de la educación y la investigación, aún siendo estos la base para el desarrollo y el crecimiento de un país, pero es que esto va más allá de lo meramente económico, más allá del  progreso. Es cómo tratamos a las personas, es lo que nos hace humanos y eso es lo fundamental.

Recortar las ayudas sociales es dar la espalda a la moralidad y al civismo, es dar la espalda a las personas que más lo necesitan. El inconveniente de estos tijeretazos es que tienen menos repercusión mediática y las consecuencias no son inmediatas, sino que el daño se genera de forma paulatina y cruenta, y se ceba con un sector de la población con recursos económicos muy limitados.

Salvo un sociópata, nadie dejaría morir de hambre a otra persona o la condenaría a la marginación de una forma directa, pero como sociedad o conjunto, los escrúpulos son más ligeros y volátiles, el peso de la conciencia se reparte entre todos, evadiendo la culpa y facilitando la toma de decisiones en contra de la ética.

Los dirigentes cambian las leyes y las condiciones por las que se rige nuestra sociedad según les conviene en cada momento y condenan a determinados grupos de personas al olvido y la exclusión, y lo peor de todo es que lo hacen con total impunidad.

De todo esto, como ciudadanos, tenemos gran responsabilidad y la ejercemos en las elecciones; debemos ser consecuentes con la ideología del partido que votamos, informarnos de su currículum y su programa electoral. Es fácil echar la culpa a la falta de rigor y al poco valor de las promesas electorales que frecuentemente demuestran nuestros políticos, pero no debemos engañarnos, muchas veces votamos sin ser conscientes de la responsabilidad que esto conlleva y caemos en el error de no dedicarle el tiempo suficiente a meditar y reflexionar sobre nuestras decisiones, que tan importantes serán en el futuro.

Los datos son escalofriantes, el 21,1% de la población española, es decir, 1 de cada 5 Españoles viven por debajo del umbral de pobreza y parece que las decisiones económicas que se toman se ceban negativamente y de forma constante sobre todo con esta gran parte de la población.

Mientras tanto los presupuestos se reducen un 18% en educación, un 22% en sanidad, un 6% en prestaciones por desempleo y un 12,8% en la cooperación al desarrollo y ONG.

Y por otro lado se despilfarra el dinero de forma vergonzosa:

Se destina un total de 32.000 millones de euros para gastos militares, de estos 32.000 millones, el gobierno asigna al ministerio de defensa (16.000 millones), y la otra mitad la camuflan repartiéndolos entre otros ministerios.

Se sigue sin meter mano a los paraísos fiscales, se calcula que 44.000 millones de euros es la cantidad que deja de ingresar España por los impuestos evadidos en fondos reservados en Suiza.

Por miedo a una posible evasión de capitales, se permite evadir impuestos a través de las SICAV, unas sociedades de inversión anónima destinada a enriquecer a los ricos permitiéndoles tributar únicamente el 1% del patrimonio financiero en lugar del 21%.

Siendo España un estado laico y en crisis económica se sigue destinando a la Iglesia altas sumas de dinero, en el nuevo año fiscal se destinarán a esta institución 249 millones, 3 más que en el año 2011.

Estos son ejemplos de la falta de equidad existente entre los recortes sociales y los gastos prescindibles como armamento, religión, etc. y de la  impunidad de la que se benefician grandes instituciones y millonarios que al fin y al cabo son los que manejan los hilos de esta nación y de este sistema.

El resultado se aprecia en la calle, las familias que no llegan a fin de mes, la educación que se deteriora, los centros de ayuda a personas con problemas o asociaciones sin recursos económicos... y la triste sensación de que por mucho ruido que hagamos, los que mandan no están dispuestos a cambiar su forma de actuar.

martes, 9 de octubre de 2012

Reflexiones


La subida del IVA y potenciar el consumo son dos medidas que van de la mano y en las que el gobierno se ampara para acercarse poco a poco a la orilla de ese continente tan lejano que se hace llamar Europa.

Si bien es cierto que la recaudación es más sustanciosa cuanto más ávido sea el consumidor, también es cierto que los más afectados, como siempre, son los que viven con el cinturón abrochado en el último de sus botones.

Para el gobierno el objetivo es claro; que se consuma más, y así que el dinero vuelva a circular a la velocidad adecuada. Para esto, no sólo deberían de fomentar estas medidas con discursos y bombas mediáticas, sino asfaltar de nuevo la carretera para que el vehículo económico pueda correr. Según una ley física, cuanto menor sea la resistencia mayor será la velocidad. Parece ser que para nuestros políticos, no hay más ley que sus propias leyes, y estas son la que les imponen sus partidos y sobre todo los mercados.

El mensaje que nos brindan es confuso y contradictorio, hemos vivido un gran retroceso económico y debemos de resurgir, pero en lugar de facilitar una vía de escape, lo que hacen es atarnos un lazo al cuello que cuanto más intentas avanzar más tira y más debilita, hasta la asfixia.

El acoso económico al que el estado somete a las familias con ingresos medios o bajos, los autónomos y las PYMES, es vergonzoso y aberrante que cada nueva ley o reforma sea siempre en su perjuicio. Ni que decir de las familias que viven en la pobreza.

Que cada recorte se acentúe siempre en los mismos colectivos haciendo cada vez más grande e infecta la herida, es la mayor de las injusticias de nuestro decadente sistema capital; y otra de las grandes repercusiones, también ligada de la mano de los ajustes de austeridad, son los terribles recortes sociales, que son tantos que merecen un artículo aparte. 

En resumidas cuentas, España es un país construido y diseñado minuciosamente para ricos, el resto, parece que sobramos.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Primera Semana.

Las costumbres y hábitos adquiridos, la inercia de vivir en una sociedad de consumo, las comodidades personales, los caprichos... Es larga la lista contra lo que hay que enfrentarse  si se pretende no gastar absolutamente nada.

En mi primera semana de huelga el abastecimiento previo no fue el adecuado habiendo pequeños fallos en la planificación, aunque en general fue satisfactorio.

Para el próximo mes, tendré que ser más minucioso con los detalles, ya que se me pasaron algunos como el transporte público; y también debería de haber sacado dinero en metálico para emergencias que puedan ocurrir, porque en algunos momentos ha sido complicado seguir fiel al propósito inicial de no comprar absolutamente nada.

Mi  principal conclusión es que estoy demasiado ligado al consumo como para poder seguir la idea utópica de desvincularme de ello salvo para las necesidades básicas, aunque es posible implantar  entre mis costumbres una semana al mes en la que no consuma prácticamente nada (excepto el mínimo gasto de luz y agua que viviendo en una ciudad es imprescindible).

Salir de casa, las comodidades cotidianas, quedar con los amigos...,  muchas cosas incitan a gastar algo por poco que sea. Pero lo importante es ir paso a paso, y sobre todo saber que es posible, sin rozar la agonía, consumir lo más básico y que se puede reducir casi a nada durante al menos una semana al mes.

Lo que más me complace es la satisfacción de poder cumplir un objetivo personal y en segundo lugar, ¡es una gozada llegar a mediados de mes y seguir teniendo dinero en la cuenta corriente!.

Todo esto me anima a poder seguir repitiéndola cada mes, y con la esperanza de que más gente se una a esta forma de protesta.

viernes, 7 de septiembre de 2012

En pie de guerra

Es difícil que te llegue cierta información, pero por casualidad encontré una web que propone huelga de consumo como acción contra las reformas económicas.

http://tercerainformacion.es/spip.php?article40570


En los medios más influyentes como periódicos, radio, y sobre todo televisión, no me ha sido posible encontrar esta información, sin embargo, es fácil encontrar de forma accidental y súbitamente anuncios comerciales; bien pensado, sería contradictorio que conviviesen ambas informaciones, pero por otro lado, también es contradictorio que un medio de información no informe.

La acción silenciosa también puede llegar a ser efectiva. Esa es la idea en la que me apoyo para pensar que el resultado de una huelga que hace poco ruido  puede llegar a tanto o más que cualquier otra forma de protesta; y seguro que es efectiva por la relevancia que tienen los números, informes y resultados que tanto les gustan a las grandes compañías.

La idea propuesta era minimizar el consumo durante la primera semana de septiembre, pero he decidido extender esta idea a todos los meses del año, es decir, durante la primera semana de cada mes voy a intentar consumir lo necesario, abasteciéndome previamente con los productos que necesito e intentar no registrar ningún movimiento en mi tarjeta bancaria.

Hablo de minimizar el consumo, porque siendo realista, no veo posible el no consumir absolutamente nada. Es inevitable usar luz y agua durante esa semana, además de algún que otro gasto que puede surgir por necesidad.

Referente a luz y agua, lo interesante es que se note una bajada del consumo en las facturas durante la primera semana, por lo que habrá que ser comedido a la hora de usar estos recursos (no poner lavadoras, reducir las horas de bombillas encencidas, preparar comidas con anterioridad o preparar comidas que no haya que cocinar como por ejemplo ensaladas).

Uno de mis motivos para sumarme a esta huelga es la necesidad, ya que con un sueldo de menos de mil euros es sensato y obligado apretar el cinturón todo lo posible. Pero lo más importante para mí es que me parece una forma de manifestación y protesta bastante eficaz. Creo que si al menos la mitad de la gente descontenta por la economía actual y el caciquismo de los mercados (que somos bastantes) se uniese a esta moción; tendría una gran repercusión, y podría ser de las mejores formas de expresar nuestra disconformidad dentro de las posibilidades que nos ofrecen las protestas pacíficas.

El daño económico no podría dejar indiferentes a gobernantes y empresarios como normalmente les deja cualquier otro tipo de protesta, porque la economía es el pulmón de un país.Y eso si duele.

Creo que el el dolor, es el ruido más terrible.



PD: Hoy es viernes y último día de mi primera semana de huelga, la semana que viene lo analizaré.